2. Realizar una actividad física acorde con nuestras posibilidades. Por ejemplo, caminar algunas cuadras al día, jugar más con nuestros niños, andar en bicicleta, bailar. No es necesario gastar en inscripciones en todos los gimnasios de la ciudad si dejaremos de ir a la segunda clase.
3. Elegir los alimentos de cada grupo en forma inteligente. Siempre habrá alguno que nos guste y, combinándolos, se podrá diseñar una dieta más balanceada.
4. Reducir las porciones. Muchas veces no comemos mal, sino que comemos mucho. Es muy importante disminuir las porciones, para no forzar al cuerpo en el proceso de la digestión y no sentir esa pesadez que, en definitiva, acumula grasa y calorías.
5. Realizar cinco comidas. Proponerse comer cinco veces al día, distribuyendo en esas comidas la mayor variedad posible de alimentos. Recuerda que es una buena forma de mantener activo nuestro metabolismo.
6. Evitar los snacks calóricos. Es muy tentador ir a una máquina dispensadora de golosinas y coger un chocolate. Cuidado, ese aporte de calorías supera a veces a la de una merienda saludable. Prefiere algún alimento que sea saludable y rico a la vez, por ejemplo, una fruta, una barra de cereal, un vaso de yogurt bebible, etc.
7. Establecer un día permitido. Si hay alguna comida a la que no puedes dejar de sucumbir, pues ofrécete una tregua una vez a la semana. Pero, cuidado, respetando los tres puntos anteriores, especialmente el primero. No comas cinco porciones de pizza, come una, por ejemplo.
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