La obesidad se ha convertido en uno de los grandes males modernos. Somos cada vez más ricos, comemos cada día más y nuestros hijos pagarán un precio por ello. Y un precio terrible: vivirán menos.
La obesidad ataca a los países desarrollados y los niños no se quedan fuera. Los expertos hacen un llamamiento al raciocinio y abogan por luchar contra una epidemia que acorta la esperanza de vida de una generación.
"Hemos creado un generación joven que está a punto de tener peor salud y unas menores expectativas de vida que las de sus progenitores. Pero todavía se puede arreglar", señaló S. Jay Olshansky, profesor de Epidemiología de la Universidad de Illinois en Chicago (EEUU).
Este entusiasta de la longevidad -ha escrito mucho sobre cómo prolongar la vida humana- explica que la actual estructura del organismo humano no permite la supervivencia eterna.
La salud de los niños obesos puede verse afectada de distintas maneras y acabar disminuyendo su esperanza de vida. Hipertensión, altos niveles de triglicéridos y colesterol, mala tolerancia a la glucosa, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico, son algunos de estos trastornos.
"Estamos en la fase en la que aumenta la obesidad y luego surgirán los problemas relacionados con este trastorno. En la tercera y última etapa, que se espera que tenga lugar en los próximos 50 años, podríamos ver una marcada reducción en las expectativas de vida", subraya Olshansky.
"En un futuro, las naciones más sanas serán las más ricas [...] Antes, se trataba de reducir las enfermedades parasitarias y la mortalidad materna pero ahora hay otros problemas, como los cardiovasculares", concluye.
Vía: Periodista Digital
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